Los derechos de los niños están asentados sobre la “Convención de los Derechos del Niño” que fue aprobada el 20 de noviembre de 1989. El objetivo de este Tratado es proteger integralmente a los menores con el fin de que ellos puedan satisfacerse en diferentes ámbitos y puedan crecer en las condiciones necesarias para poder desarrollarse. Los tres pilares fundamentales son: la educación, una alimentación adecuada y la atención a su salud.
Sin embargo, las crisis generalizadas a nivel mundial implico un deslizamiento importante en cuanto a poner en funcionamientos adecuadamente estos derechos.
Cargado de nuevas y profundas problemáticas políticas y sociales los chicos se ven sometidos a enfrentar a un estallido desparejo e injusto del mundo.
En este sentido, la crisis trajo aparejada un efecto desnaturalizador importante que desemboco en irracionales carencias.
Los niños tienen que enfrentarse diariamente al desarraigo de sus padres, a un maltrato generalizado en aspectos físicos y psíquicos, a los conflictos bélicos, a la falta de alimentos, a las malas condiciones de higiene, a la carencia de un hogar, a una negación a la formación educacional y a otros problemas que producen una ruptura en términos de crecimiento y desarrollo.
Es por ello, que surgen demandas constituyentes que buscan articular la organización social exigiendo fundar un cuerpo de deberes para la preservación de los niños fundada en una democracia participativa por parte de los Estados solidarios que voluntariamente se unan a esta tarea.
Actualmente, la gran mayoría de los Gobiernos están enlazados en esta lucha de preservación infantil. Pero queda mucho por hacer.
Son muchos los puntos que se deben trabajar. Pero sobre todo no hacerlo superficialmente, al contrario es una tarea bien de fondo que tiene su raíz en las diversas crisis.
Este es un labor que nos sobre exige a fijar nuestra atención sobre la radicalidad de los problemas y sobre cómo abordarlos, antes de intentar silenciarlos o simplemente hacerlos invisibles.
Tengamos en cuenta que es nuestra tarea reconstruís la conciencia de cada uno para que los Derechos del Niño sean conservados, protegidos y cumplidos.
Sin embargo, las crisis generalizadas a nivel mundial implico un deslizamiento importante en cuanto a poner en funcionamientos adecuadamente estos derechos.
Cargado de nuevas y profundas problemáticas políticas y sociales los chicos se ven sometidos a enfrentar a un estallido desparejo e injusto del mundo.
En este sentido, la crisis trajo aparejada un efecto desnaturalizador importante que desemboco en irracionales carencias.
Los niños tienen que enfrentarse diariamente al desarraigo de sus padres, a un maltrato generalizado en aspectos físicos y psíquicos, a los conflictos bélicos, a la falta de alimentos, a las malas condiciones de higiene, a la carencia de un hogar, a una negación a la formación educacional y a otros problemas que producen una ruptura en términos de crecimiento y desarrollo.
Es por ello, que surgen demandas constituyentes que buscan articular la organización social exigiendo fundar un cuerpo de deberes para la preservación de los niños fundada en una democracia participativa por parte de los Estados solidarios que voluntariamente se unan a esta tarea.
Actualmente, la gran mayoría de los Gobiernos están enlazados en esta lucha de preservación infantil. Pero queda mucho por hacer.
Son muchos los puntos que se deben trabajar. Pero sobre todo no hacerlo superficialmente, al contrario es una tarea bien de fondo que tiene su raíz en las diversas crisis.
Este es un labor que nos sobre exige a fijar nuestra atención sobre la radicalidad de los problemas y sobre cómo abordarlos, antes de intentar silenciarlos o simplemente hacerlos invisibles.
Tengamos en cuenta que es nuestra tarea reconstruís la conciencia de cada uno para que los Derechos del Niño sean conservados, protegidos y cumplidos.
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